Las mujeres nos sentimos
vulneradas desde hace años, por eso decidimos levantar la voz. Nació de del inconsciente
colectivo y no somos de izquierda o de derecha, no somos feministas o
conservadoras, solo somos ciudadanas, pero ocurrió ahora, es el tiempo.
Queremos manifestarnos en
paz, dando respeto y pidiendo respeto, por eso nuestra voz es el silencio. Y muchas
veces las mujeres somos así, cuando algo nos enoja y no encontramos solución
decidimos hacer la ley del hielo; ésta que significa expresar dejando de hacer,
avisar que así no queremos, revelar que así no jugamos. Y ya se gestan respuestas
empaticas de hombres evolucionados que preocupados por sus esposas, hijas,
madres, amigas y en general por todas las mujeres por lo que apoyan el alto que
decidimos hacer. Por supuesto que esta es una expresión en contra de lo que
ocurre en nuestra sociedad, en las estadísticas, pero también será un
compromiso entre todos para revisar qué podemos cambiar en los círculos íntimos
y sociales. Es detenerse, es una reflexión, es apostar por querer un futuro que
sea muy diferente para hombres y mujeres, porque al final, corregir un problema
social, es la apuesta para que en el tejido en el que estamos todos las cosas se
corrijan. Y a veces, basta corregir una cosa para que eso sea la sinergia para
mejorar.
El Gobierno no lo ha
comprendido, no lo apoya, cuando a ningún nivel se debe pensar que esto es en
contra de un partido político, de una facción partidista, de una persona. Los
funcionarios como integrantes del Estado no debieran de pronunciarse o dividir porque
eso simplemente rompe con el principio de la libre manifestación de las ideas. También
el Gobierno tiene que entender que es en él en quien descansa que las
instituciones funcionen; por eso se les exige, porque con el pago de las
contribuciones es el Estado el que tiene que administrar los dineros para que
las dependencias públicas sirvan a sus habitantes. Que no puede olvidar que hay
un pacto social y que los ciudadanos en elección popular confiamos el poder a los
funcionarios públicos, para que se desempeñen con eficiencia y de acuerdo con
las facultades que les dan las leyes administrativas.
Esto atañe principalmente a
las mismas mujeres que tienen puestos públicos, pues hoy son poderosas en sus
puestos, y al pueblo solo le queda empoderarse a sí mismo; se les olvida a
nuestras funcionarias que dejarán un día de ser funcionarias públicas y seguirán
siendo mujeres. Por eso nos entristece y nos violenta que personal oficial del
sexo femenino, declare que aparecerán con una bandera blanca en contra reacción
a lo que sus ciudadanas les quieren decir. El mensaje es claro, debiendo representarnos
dignamente desde el poder público como género, parece que no escucharán nuestro
silencio.
¿Por qué no entender que se
trata de exigir a quien tiene la calidad de funcionario, vele por los derechos
humanos de las mujeres? ¿Qué no es el Estado quien debe garantizar la seguridad,
la igualdad, la equidad y la libertad? ¿No se supone que las garantías de
seguridad que debe proporcionar un Estado a través de su gobierno son
irrenunciables, es decir, lo que ya ganó el pueblo no se le puede arrebatar? Hoy
en México, las mujeres no tenemos garantizados nuestros derechos humanos; porque
existe una cifra de muertes de mujeres alarmante, en la salud se han quitado los
apoyos a instituciones que terciaban el servicio sin garantizar los
tratamientos médicos; se han quitado guarderías subrogadas y los refugios para
mujeres en situación de violencia; para terminar con la afectación a la libertad,
porque el gobierno al formular su oposición a este paro calificándolo de
conservador y neoliberal, enturbia nuestros temores y nuestras exigencias, para
poder exponer públicamente en qué se nos vulnera.
Ésta debiera ser una
oportunidad para la Administración Pública de mostrar el músculo de la buena
voluntad, del respeto a quienes disienten, porque esta Nación es de todos, y no
puede serse tan soberbio como para que se descalifique a los demás porque no son
ideas que provienen de la facción partidista que detenta el poder. Funcionarios
y funcionarias; sean sensibles a las señales y a los problemas que su
investidura les llama a asumir, a responsabilizarse; y para ello escuchen, porque
es tiempo de oír; presten atención, porque es tiempo para ustedes de observar;
reflexionen porque es tiempo de recapacitar; porque quizá eso les daría la
solución de que rectifiquen lo que efectivamente sí tienen que transformar. El
peso del Estado está en sus manos, no es opción faltar a su mandato como servidores
públicos, y si así no lo hicieran, que la Nación se los demande.